El estrés es una alteración global del organismo. Afecta al sistema físico y psíquico de las personas y altera notablemente su calidad de vida. Mediante la presión adecuada de los puntos reflejos del pie podemos regular el cuerpo y mejorar notablemente los síntomas y signos del estrés.
Vivimos en un mundo condicionado por un ritmo vertiginoso, en el que los individuos que no son capaces de adaptarse y responder de forma rápida a los cambios experimentan sensaciones de angustia, agotamiento emocional y trastornos en los ritmos de la alimentación, la actividad física y en el descanso. Estas dolencias físicas y psíquicas se conocen como estrés.
Afortunadamente, el ser humano tiene la capacidad psíquica y fisiológica de afrontar y adaptarse a circunstancias adversas. Sin embargo, cuando se siente superado por las circunstancias, se origina un desbordamiento que deriva en trastornos orgánicos y psicológicos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el estrés como «el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara el organismo para la acción». En términos generales se trata de un sistema de alerta biológico necesario para la supervivencia. Cualquier cambio o circunstancia diferente que se presente ante nuestras vidas, como cambiar de trabajo, hablar en público, presentarse a una entrevista o cambiar de residencia, puede generar estrés.
Un determinado grado de estrés estimula el organismo y permite que éste alcance su objetivo, volviendo al estado basal cuando el estímulo ha cesado, es el que conocemos como Eustrés, o “estrés bueno”. El problema surge cuando se mantiene la presión y se entra en estado de resistencia, entonces se desencadena el Diestrés, o “estrés malo”.
La Hormona del Estrés
Ante una situación de alerta o eustrés, se activa el sistema nervioso simpático (autónomo) y el eje hipotálamico-hipófisiario-adrenal .
El sistema nervioso simpático (autónomo) regula el funcionamiento de los órganos internos y controla algunas de sus funciones de manera involuntaria e inconsciente. Además, es el encargado de preparar el cuerpo para reaccionar ante una situación que percibimos como estresante.
El eje hipotálamico-hipófisiario-adrenal está compuesto por el hipotálamo (que actúa de enlace entre el sistema endocrino y el sistema nervioso) la hipófisis y las glándulas suprarrenales (que forman parte del sistema endocrino). Es una parte esencial del sistema neuroendocrino que controla las reacciones al estrés y regula varios procesos del organismo como, la digestión, el sistema inmunológico y el metabolismo en general.
Ambos sistemas producen la liberación de hormonas al torrente sanguíneo y éstas son las responsables de excitar, inhibir o regular la actividad de los órganos.
El sistema nervioso autónomo desencadena la secreción de catecolaminas, como la adrenalina y la noradrenalina ante una situación de estrés. Estas hormonas, en términos generales, son las encargadas de poner el cuerpo en estado de alerta y prepararlo para la acción.
La adrenalina y la noradrenalina son las responsables de la dilatación de las pupilas, la dilatación bronquial y la movilización de los ácidos grasos, y puede dar lugar a un incremento de lípidos en sangre, de la coagulación y del rendimiento cardíaco, así como vasodilatación muscular y vasoconstricción cutánea, reducción de los valores de estrógenos y testosterona, etc.
Por otro lado, el hipotálamo segrega la hormona CRF (factor liberador de corticotropina), que actúa sobre la hipófisis y provoca la secreción de la hormona adenocorticotropina (ACTH) que, a su vez, actúa sobre la corteza de las glándulas suprarrenales, lo que da lugar a la producción de corticoides (glucocorticoides y andrógenos) que pasan al torrente circulatorio.
El más destacable de los glucocorticoides es el cortisol, denominado también «la hormona del estrés». El cortisol es un aliado incondicional del cerebro. Su objetivo principal es proveer de glucosa al cerebro, para ello puede destruir otros tejidos, cómo el tejido muscular para obtener proteínas, utilizará los ácidos grasos y cerrará la entrada de glucosa a los otros tejidos.
El problema es cuando el cortisol se mantiene en niveles elevado debido al estrés continuado (distrés), entonces el organismo se coloca en un estado alterado generando distintos síntomas físicos y psíquicos. Si esta presión se mantiene en el tiempo también se ve alterado el sistema inmunológico y entonces somos más vulnerables a las infecciones.
Síntomas físicos del estrés
Con frecuencia, los síntomas físicos son los primeros en aparecer. Incluyen fatiga crónica; cefaleas y migraña; alteraciones gastrointestinales, como dolor abdominal, colon irritable y úlcera duodenal; dolores musculares; alteraciones respiratorias; alteraciones del sueño; alteraciones dermatológicas; alteraciones menstruales y disfunciones sexuales, entre otros.
Alteraciones conductuales
Destacan una irregular conducta alimentaria y el abuso de drogas, fármacos y alcohol. Las conductas violentas suelen ser muy frecuentes, como la agresión, la actitud defensiva y el cinismo.
En ocasiones surgen conductas paradójicas defensivas, como el desarrollo excesivo de aficiones, la dedicación creciente al estudio para liberarse de la rutina.
Alteraciones emocionales
Las alteraciones emocionales íntimamente relacionadas con el estrés son ansiedad, depresión, irritabilidad, baja autoestima, falta de motivación, dificultades de concentración, distanciamiento emocional y sentimientos de frustración profesional y/o personal, entre otras.
Prevenir el Estrés
Las medidas preventivas del estrés están estrechamente ligadas a la calidad de vida. Es importante hacer ejercicio regularmente, puesto que rápidamente reduce los valores de hormona del estrés y mejora el estado de ánimo.
Por otro lado, comer bien, incluyendo frutas y vegetales, evitar el alcohol y la cafeína y dormir 7-8 h regularmente mejoran los estados de estrés.
Los ejercicios de relajación y meditación equilibran el sistema nervioso y por lo tanto mejoran el estrés. Es fundamental mantener una mente sana, para ello es necesario tener tiempo libre para uno mismo y mantener un buen entorno social.
¿Cómo Tratar el Estrés con Reflexología Podal?
Puesto que el estrés es un proceso de activación de todo el organismo el modo completo de trabajar el distrés será el tratamiento completo del pie incidiendo en los puntos reflejos del sistema nervioso (principalmente; Plexo solar, Epífesis, Hipófisis, Hipotálamo, Sistema nervioso central, Raquis, Glándulas suprarrenales e Hígado) y el sistema endocrino (incidiendo, además de los puntos reflejos citados, en el Páncreas).
La presión en estos puntos reflejos nos permite regular la síntesis de las hormonas derivadas del estrés cómo el cortisol, la adrenalina y la noradrenalina. Responsables, entre otras, de desencadenar alteraciones fisicoquímicas como la alteración de la tensión arterial generando hipertensión, procesos hiperglucemiantes que pueden degenerar en diabetes y alteraciones lipídicas como la hipercolesterolemia.
En caso de que el paciente refiera alteraciones gastrointestinales, dolores musculares, alteraciones menstruales o disfunción sexual se valorará también incidir en los sistemas correspondientes.
Es importante considerar que cada individuo requerirá un método de trabajo destino, puesto que somos seres únicos con necesidades distintas. En función de los síntomas que refiera la persona deberemos establecer el protocolo de trabajo.
La reflexología podal permite abordar de manera completa y holística la mayoría de los síntomas y signos psíquicos y físicos (citados anteriormente) derivados del estrés.
Sandra Torrades Oliva. Naturópata (licenciada en Biología)